Si empezamos analizando la palabra auditoría, o más bien
auditar, se refiere a examinar la contabilidad de una empresa para comprobar
que todo se ajuste a la legislación vigente. Si exportamos este concepto a la
auditoria energética van a existir dos constantes que no debemos olvidar como
son el precio y la legislación. Parece que son dos términos que olvidamos un
poco cuando a energía nos referimos.
Siguiendo estas directrices podría decirse que la auditoría
energética es un examen en el que sometemos al edificio a una serie de pruebas
para comprobar primero si se ajusta a la ley; pues tendrá que cumplir
normativas tales como el CTE- HE que asegurarán unos mínimos en cuanto al
ahorro energético se refiere; y segundo el coste de cada uno de sus sistemas.
El análisis económico del edificio, consistirá en un examen
exhaustivo de cada uno de sus componentes, prestando especial atención a
instalaciones y a la envolvente del edificio. A través del análisis de estos sistemas podremos determinar
como se comporta el edificio, es decir, podremos determinar la eficiencia
energética del mismo, y darle una calificación. El mero hecho de calificar el
edificio no será lo realmente importante, sino la auditoría o examen previo que
nos permita tomar medidas que mejoren la eficiencia de este, haciendolo más
responsable con el medio ambiente a la vez que más económico para el usuario.
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