Los contenedores de transporte de mercancias se reciclan en ocasiones pasando a ser unas sencillas pero a la vez interesantes estructuras. Estos elementos en apariencia carentes de interés incluso oxidados, tienen una característica que acentua el efecto sorpresa. Cuando nos aproximamos al edificio destaca por si solo más allá de los gustos, pues lo que para unos es contaminación del paisaje para otros es creatividad, inspiración o respeto, la sorpresa viene cuando al entrar en él encontramos interiores diáfanos. Dos son los ejemplos que reflejan estas características comunes a este tipo de arquitectura:
Museo Nómada de Shigeru Ban y Dean Maltz
“Al viajar por todo el mundo cada contenedor tiene su propia historia”. En este proyecto los contenedores parecían la solución natural pues permitirían transportar el museo completo y cambiar su disposición en cada localización.
Se utilizaron 152 contenedores para crear una estructura de 4.180 m2, la exposición viajaría empaquetada en 8 de los contenedores, para completar la estructura del museo se tomarían prestados contenedores en cada nueva localización. Las obras irían acompañadas de los planos para el ensamblaje en cada lugar que se adapta a un esquema que permite variaciones si la ubicación lo requiere.
El esquema interior, comienza con una entrada a un espacio de penumbra donde comienza la zona de exposiciones del museo, al cruzar por una cortina de doce metros de longitud, hecha con bolsas de papel de té. A continuación, se abre frente a ellos: un largo paseo hacia una sala de proyección. El diseño de la cubierta es sencillo, a dos aguas, reforzando el efecto de perspectiva y dramatiza el espacio de exposición fotográfica.
Tienda Freitag de Spillmann Echsle Architekten
La tienda de bolsos reciclados que se ubica en Zurich cerca de su centro de producción. Se conforma con 17 contenedores atornillados entre sí para reforzar su solidez. La base se forma con una linea de 4 contenedores en 2 alturas. Para luego construir una torre de 5 contenedores con una altura de 26 metros. En la última planta: una planta mirador hacia el lago y Los Alpes.
En el proyecto se liberan las paredes y techo a los 12 contenedores de la base de forma que se crea una zona de venta más diáfana aun, dejando la fachada de acceso totalmente acristalado. En el centro de la tienda se ubica una escalera metálica que acentúa el aire industrial y permite llegar hasta el mirador.
